Soy Elena Rivera, mexicana y les platico que nuestra familia ha vivido 6 cambios de residencia en los últimos 17 años. Soy Ingeniero en Sistemas y cuando apenas teníamos 1 año de casados a mi esposo lo ascendieron en la empresa en la que trabaja en México para transferirlo a una posición en Estados Unidos. En ese entonces yo tenía 4 meses de embarazo, fue una gran oportunidad tanto económica como profesional así que en ese momento no lo dudamos, tomamos la decisión de dejar todo y mudarnos, resolvimos tomarlo como una aventura y al tomar ese cambio que generaba tanto como una gran emoción; hoy hemos reflexionados y nos dimos cuenta que nuestra inmadurez no nos dejaba ver todas las implicaciones que vendrían con todo estos cambios.
Los cambios de residencia
En este primer cambio, habíamos llegado a una ciudad nueva en el estado de Michigan, en EEUU a más de 2,800 km de distancia de nuestra ciudad natal, con tan solo 2 maletas. Estábamos muy contentos de empezar esa nueva experiencia juntos, solos y con muchas ilusiones. No conocíamos a nadie cerca en ese momento, tuvimos que buscar dónde vivir, que estuviéramos cerca del trabajo de mi esposo porque eso nos daba tranquilidad y es mucho más práctico. Al principio todo era como estar de vacaciones, salíamos mucho a explorar, conocer el lugar a fondo, desde localizar nuestras necesidades básicas así como salir a turistear. Es ahí donde nacieron mis dos hijos, los cuales tienen una diferencia 1 año tres meses de edad entre ellos, fue una etapa muy complicada, no contaba con apoyo en casa, mi esposo trabajaba la mayor parte del tiempo, pero también aprendí y disfruté mucho esa etapa, me pude dedicar al cien por ciento a mis hijos, y estuve con ellos en todas sus etapas. Con el tiempo pudimos conocer a un grupo de gente muy linda que estaban en la misma situación que nosotros e hicimos buenas amistades, teníamos muchas cosas en común, nos reuniamos seguido y nos apoyábamos mucho entre nosotros.
Dos años después, nos toca nuestro segundo cambio, ahora regresarnos a nuestra ciudad natal, en el estado de Nuevo León, fue un cambio repentino dado que por razones de la empresa se necesitaba tener a alguien de vuelta a la brevedad. Dada la naturaleza de este cambio pues no tuvimos tiempo de planear nada, fue una odisea y volver a comenzar de cero otra vez. Al igual que nuestro cambio al extranjero tuvimos que ubicar de nuevo nuestras necesidades de hogar y establecerse nuevamente, los niños estaban super chiquitos así que no nos costó tanto en ese momento acoplarnos a la nueva rutina después de estar viviendo solo dos años fuera de casa.
Ya establecidos y justo cuando todo se sentía normal, una vez más a mi esposo le toca hacer nuestro tercer cambio pero ahora esta ocasión sería una mudanza más “local” ya que fue dentro de la misma República Mexicana a unas 5 horas del que fuera nuestro hogar. Nos fuimos a San Luis Potosí, nuevamente nos vimos en la necesidad de buscar casa, ver lo de la mudanza, encontrar escuelas para los niños, ya que en ese entonces estaban en la etapa del Kinder y estábamos preocupados por si los cambios pudieran afectarles, ya que estaban acostumbrados a otro ambiente, aquí tendrían que empezar con nuevo sistema, nueva escuela, nuevas maestras y amigos.
Tres años después viene nuestro cuarto cambio y nos regresan nuevamente a nuestra ciudad natal. Como es de esperarse volvemos a repetir el mismo proceso volvimos a nuestra casa que ya habíamos comprado anteriormente, acoplarnos nuevamente siempre apoyándonos de nuestros amigos y familiares. Estando dos años de vuelta nuevamente se abre la posibilidad de irnos de nuevo a Estados Unidos y se convierte en nuestro quinto cambio, pero en esta ocasión al estado de Kentucky. Ahí nos mudamos a una ciudad diferente, más pequeña, muy distinto a lo que habíamos vivido, en este cambio nos dimos cuenta que mis hijos ya llegaban a resentir el dejar sus amigos, sus escuelas, su estilo de vida, su rutina, ya que estaban más grandes, pero gracias a Dios nos volvimos a adaptar rápidamente al igual que los otros lugares en los que estuvimos, llegamos a conocer nuevas amistades, que nos ayudaron a acostumbrarnos fácilmente y compartimos muy buenos momentos con ellos. En este cambio tuve la oportunidad de encontrar un trabajo que si bien no me hacía sentirme 100% realizada ni estaba relacionado con mi carrera, me sirvió mucho para mejorar, aprender y conocer mucha gente.
Pasaron unos cuantos años más y adivinen que? Sí, acertaste, nuestro sexto cambio! Créanme que parece chiste pero no, es una anécdota. En esta ocasión nuestro cambio es al estado de Texas, donde ya decidimos que era necesario buscar estabilidad tanto para nosotros como para nuestros hijos, a veces es muy interesante el estar conociendo lugares, más personas y aprender de cosas nuevas, a la vez llega a ser muy desgastante. Los últimos 6 años hemos radicado en Estados Unidos y personalmente nos ha gustado mucho más vivir aquí en Texas.
En general, no ha sido fácil adaptarse, a veces nos ha llevado más tiempo de lo que pensamos, el tomar la decisión de cambiar de residencia a otro lugar tiende a resultar difícil, tienes que evaluar muchas cosas, y poner en la balanza las ventajas y desventajas que pudiera implicar el moverse después de tantos cambios, de repente te entra ese miedo de estar lejos de la gente que quieres, de estar sola con tu esposo en un lugar en el que no conoces ni nada ni a nadie, a veces sientes incertidumbre de no saber si tomaste buenas decisiones, pero con el tiempo aprendes a ajustarse a la situación, porque o te integras o te quedas lamentándote y eso te encasilla, tienes que estar dispuesta a sacrificar muchas cosas para que puedas ver los beneficios a futuro y todo con el tiempo llega a tener sentido.
Hemos tenido dificultades, no todo ha sido fácil, y me gustaría compartirles mi experiencia:
El cambio de idioma fue algo que al principio afectó mucho a mis hijos, incluso a mi, las diferencias entre las expresiones o el humor varían mucho entre una cultura y otra, y eso suele impactar mucho a la hora de querer comunicarte, o el hecho de querer hacer trámites o una simple visita al doctor, ahí te das cuenta que el nivel de inglés que tu sabes a veces no es suficiente para entender todos los términos.
El proceso de la mudanza también ha sido algo estresante y agobiante, la simple idea de tener que hacerlo produce un caos mental, te enfrentas a una importante decisión, cosas por dejar, cosas por llevar, ahí aprendes al desapego de las cosas materiales, dejas atrás más que un hogar, dejas recuerdos y una parte de ti misma, puede surgir cierta nostalgia, porque en ocasiones solo tienes que llevarte lo necesario. Existe también el temor de que tus cosas van a llegar en buen estado y/o completas.
Un cambio de casa, te saca de tu zona de confort, desde el punto de vista emocional y físico, te enfrentas al miedo de integrarte a un nuevo barrio o comunidad, si tus vecinos o la gente con la que te vas a rodear serán de tu agrado, descubrir donde están las zonas de interés, las escuelas en donde estudiaran tus hijos, tienes miedo de que tu nuevo hogar no cumpla con tus expectativas, dejar atrás a lo que estabas acostumbrado.
El reto de conocer gente, dejar la timidez y empezar a integrarte, explorar nuevos entornos y abrirte a nuevas amistades, rodearte de gente que cumpla con tus mismos intereses, conectarte con aquellos que tengan tus mismas semejanzas, esa unión es fundamental ya que esas personas serán tu apoyo, crecerán con nosotros y aprenderás de ellos y casi llegan a ser como tu familia, porque compartes tus gustos y experiencias; te enriqueces en todos los sentidos; llegas a conocer mucha gente pero solo quedan los que tienen que estar en tu vida; hasta la fecha tengo la dicha de contar con muy buenos amigos, seguir en constante contacto con ellos a pesar de la distancia, hemos fortalecido nuestra amistad y en ocasiones hemos podido reencontrarnos, siento que eso son de las experiencias más bonitas que me ha dejado tanto cambio aparte de todos los momentos que pasas con ellos.
Adaptarse a un cambio de residencia o a cualquier otro cambio, no siempre es fácil, a veces implica mucho tiempo, pensar positivamente a veces te ayuda a que este proceso no sea tan pesado, este proceso te hace ver otras realidades, siempre extrañando y recordando lo bonito de cada lugar en el que estuviste.
Desde mi experiencia personal pienso que necesitas tener mucho carácter, actitud y ganas para querer dejar todo, salir de tu zona de confort, y aventarte a nuevas oportunidades, aprovecharlas en el momento que se te presenten, es un proceso, que requiere tiempo y mucha paciencia, los sentimientos son muy contradictorios al principio, pero ya una vez que te vas acoplando todo empieza a fluir, te haces de mente más abierta, apreciar la diversidad de las personas y después de tantos años vivir fuera de tu ciudad, te das cuenta que todo es un aprendizaje, una lección que te lleva a tener un mejor nivel de vida, el vivir lejos, conocer otras formas de ver la vida, se presentan desafíos que nunca imaginaste, son muchos los retos que tienes que afrontar y te responsabilizas de tus propias decisiones, tus perspectivas cambian, descubres en ti facetas que desconocías, este tipo de cambios te forjan tu carácter, te ayudan a controlar tus emociones, y te obliga a ser más independiente, despegarte de las personas mas fácilmente, y valerte por ti misma, hacerte responsable de tu propia felicidad
Llegas a darte cuenta que a los que dejaste amigos o familia nunca comprenderán del porque tu tomas esas decisiones, y todo lo que hemos tenido que pasar, ya no los echas tanto de menos porque cada vez vas llenando esos vacíos relacionando con personas extrañas que vas conociendo y llegan a formar parte de tu vida, llegan a hacerse como la de una familia, tal vez porque ellos están en la misma situación o están viviendo lo mismo.
Querer regresar y esperar que todo siga igual es complicado, no significa que ya no te importe, te empiezas a dar cuenta que ya no encajas igual, especialmente después de largos períodos, tu familia y tus amigos siguieron su vida habitual, sus rutinas, sus obligaciones cotidianas y muchas cosas van cambiando con el tiempo al igual que tú, entonces llegas cargado de vivencias diferentes y simplemente ya no coincides tanto, ya no hay tantas cosas en común, las relaciones se ven afectadas por los cambios y vas perdiendo la secuencia de los hechos, añoras regresar a algo que efectivamente ya no está, que solo guardas en tu corazón, y aunque uno trate de explicarles o compartirles todo lo que uno ha tenido que experimentar, o ya no es de su interés o a veces no logran comprenderte, cada experiencia es personal y distinta.
Aunque siempre será un gusto la sensación de volver a tu país, muchas cosas no cambian, como el gusto de volver a saborear la comida tradicional, sin duda son de las cosas que más se añoran, tus seres queridos, obvio, tus amigos de la infancia, los paisajes de tu tierra, sus montañas, la música, nuestros sitios favoritos, nada quita esa nostalgia de estar ahí presente, no importa el tiempo que lleves fuera, siempre quedamos al pendiente de nuestro país natal y te acuerdas de todos esos momentos especiales.
Yo estoy muy agradecida con Dios y con la vida, porque he madurado y he crecido personal y emocionalmente, las decisiones que en un principio nos atemorizaban ahora considero fueron correctas, me siento una persona bendecida porque junto con mi esposo, hemos salido adelante, y hemos logrado muchas cosas, mis hijos tienen mejores oportunidades que nosotros no tuvimos en nuestro momento, hemos sobrellevado todas las adversidades que se nos han presentado, asumido las consecuencias de nuestras decisiones pero sobre todo es algo de lo que nos ha dejado muy lindos recuerdo como familia..
Yo recomendaría que si se te presenta una oportunidad de cambio en tu vida, sé capaz de reconocerla, ten el valor de tomarlo, no pongas excusas, aprovéchala al máximo, a veces por miedo al fracaso o por una falsa percepción que existe de nosotros mismos lo dejamos pasar y date la oportunidad de salir de tu zona de confort y experimenta algo fuera de lo tradicional . Al final todo sucede por una razón.
Elena Rivera
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