
¡Hola econscientes! Bienvenidos a esta nueva edición de Reunión M, en esta ocasión, este artículo no habla de temas medioambientales, sino de algo más personal, con el que estoy segura, much@s inmigrantes se identificarán.
Y es que, por el hecho de vivir en el extranjero, la gran mayoría de tus compatriotas, asumen que la vida es muchísimo más fácil que en el país de origen, que tu situación económica es obviamente mejor que la de ellos, en fin, que vives una vida de llena de privilegios y que por eso tu camino es mucho más fácil que el de la mayoría.
Aquí es donde, nosotros los que nos fuimos, sabemos lo que realmente significa el costo de vida fuera de tu país, entendemos y comprendemos que el 90% de las personas que emigran, hemos tenido que sacrificar muchos aspectos muy personales, se desarrolla en uno mismo, el Síndrome de Ulises, que es precisamente, este conjunto de síntomas que desarrolla un individuo, tanto psicológicos como emocionales al migrar a otro país, específicamente cuando se enfrentan a condiciones adversas; en recientes estudios, han comprobado que este síndrome, tiene a largo plazo mayores consecuencias dañinas que el llamado PTSD o síndrome postraumático que desarrollan los soldados que van a la guerra, sí a la guerra, ya que, como es mencionado por varios científicos, un inmigrante vive en latente estrés acumulativo, que no parece que no acaba nunca, te explico la gravedad de esta parte, ya que el soldado vuelve a casa y aunque el trauma de lo vivido en la zona de batalla los marca, el inmigrante rara vez vuelve a vivir de regreso en su casa, simplemente se establece y es aquí donde vive bajo más estrés, en mantener su posición en el nuevo país.
El síndrome de Ulises, llamado así por Ulises de la mitología griega, quien vivió dificultades y muchas tragedias en su viaje de regreso a casa, empieza a mostrarse con:
- La separación familiar, el hecho de no ver a tu familiar y círculo inmediato.
- La precariedad económica, ya que muchas veces tienes que tomar cualquier tipo de trabajo que no es altamente remunerado e inclusive puede llegar a la explotación laboral.
- Barreras culturales y lingüísticas, la dificultad para adaptarse a un nuevo idioma y costumbres diferentes
- Discriminación y xenofobia, sufrir rechazo o trato desigual por la etnia o nacionalidad.
- Inseguridad legal, situaciones por estatus migratorio o incertidumbre por el futuro.
- Pérdida de la identidad, cuando ya no perteneces ni a tu país ni a donde se reside.
Todos estos aspectos, traen como consecuencia, estrés, ansiedad y/o depresión, y culpa.
Hay otro aspecto del que los expatriados conocemos, pero que la gente que se queda no sabe o no es consciente, el que muchas veces, te esforzaste para cumplir metas académicas, llegas a un nuevo país, y pierdes los títulos académicos que tanto trabajo te costaron lograr, hay que aprender nuevas cosas y generalmente terminas laborando en campos que ni siquiera habías imaginado, y es aquí donde se te considera “privilegiado” por adquirir un nuevo estilo de vida.
Así que, si conoces a alguien que tiene una “vida privilegiada” en el extranjero, te sugiero que practiques la empatía, ya que costearse la vida a pesar de los temas que ya te mencioné, estamos tratando de hacer algo para lograr algo que es básico para el ser humano, sobrevivir en un entorno muchas veces complicado, tomando riesgos y decisiones que van moldeando una nueva persona.
Dr. Taydeé Ramírez – Ybarra
Ph. D. en Ciencias Ambientales.
Certificada en Educación Superior, Harvard University.
Correo electrónico: planetaderespaldo@gmail.com
Instagram: @planetaderespaldo