Romantizando mi vida en Japón, ya que no puede ser de otra manera.
¡Hola! ¡Konnichiwa! Soy Dalia, una mexicana originaria de Toluca, viviendo en Japón desde finales de 2017 y les vengo a contar cómo el destino, la vida o mi infinita curiosidad por saber qué había, cómo se vivía y pensaba del otro lado del océano pacifico; me trajo hasta aquí, hasta este país que me gusta llamar Japón bonito.
Como mencioné, recuerdo siempre preguntarme, el cómo vivía la gente en países muy lejanos de los que casi no teníamos noticias en la TV, pero que de alguna manera, gracias a las enciclopedias y libros, sabía su existencia, me intrigaba saber cómo se gobernaban, qué comían, qué música escuchaban en China, Bután, Japón, Kazajistán o demás países que apenas oíamos nombrar.
Por azares del destino en los últimos semestres mi carrera universitaria conocí a un apuesto (por que yo desde que lo vi, supe que era el hombre más guapo a mis ojos) joven japonés, que pocos años después se convertiría en mi esposo y con el que llevo ya casada 6 años y me ha enseñado a comprender su cultura, su idioma quien me da total libertad y confianza para recorrer de su mano o sola, el país del sol naciente.
A lo largo de estos años puedo decir que encontré mi IKIGAI, la razón que me hace sentirme plena en la vida y es que trabajo en lo que más me gusta, ¡que es pasear por este país! Soy guía de turistas en el área de Tokyo y alrededores y lo que más me encanta es poder compartir las costumbres, cultura, datos curiosos y lugares icónicos de este país con las personas y grupos que reservan mis servicios vía agencia o directamente en mis redes sociales.
Los primeros años en este país los pasé tratando de aprender el idioma y a tímidamente explorar los lugares que me llamaban la atención dentro del la metrópolis de Tokyo, y lo hacía mayormente sola ya que mi marido no podía acompañarme a cada uno de los lugares de mi enorme lista de lugares por visitar, ya que como es bien sabido, los japoneses se caracterizan por ser muy sumamente entregados a su trabajo, yo los calificaría de workaholics.
Y es así que aprendí a disfrutar mi propia compañía y muy valientemente me atreví a recorrer largas distancias de tren, autobuses y demás medios de transporte yo sola con tal de llegar a los lugares tan bonitos que veía en Instagram que en esos años eran solo fotos hermosas con descripciones cortas.
En ese entonces había muy pocos letreros en inglés, a lo largo de la ciudad, y eso me ayudó (forzó) a tener que identificar los kanjis, símbolos e ideogramas que componen los 3 “alfabetos” del japonés, en poco tiempo ya identificaba “montaña”, “río”, “santuario”, “festival” etc. y eso me motivó aún más a aprender.
Llegó la pandemia y fue entonces que decidimos que iría a una escuela de japonés en Japón, por más costosa que fuera, la pagamos para que al terminar la horrible pesadilla del confinamiento, yo pudiera sentirme segura y desenvolverme sin ningún problema en el país.
Además hacía poco tiempo había descubierto que me encantaba un instrumento tradicional como el de las geishas y quería aprender a tocarlo pero desafortunadamente las clases del “shamisen” el instrumento que ahora me da vida; se imparten únicamente en japonés ¡aún en Tokio! Mi marido me dijo que si aprobaba el examen de nivel medio del idioma me compararía el tan deseado shamisen y podría comenzar a aprender a tocarlo y ese fue mi mayor incentivo para poner empeño en los estudios ya que es muy fácil vivir en este país sin hablar, pues la gente es muy reservada y privada.
Mirando en retrospectiva, he aprendido mucho a lo largo en mi estancia en este país, he cometido errores y gracias a ello he aprendido, me he arriesgado a tratar de leer y hablar con mucha seguridad un idioma que no es el mío y es completamente opuesto al español, pero gracias a ello he conocido lugares impresionante, y he sumado muchos conocimientos que ahora puedo compartir con los viajeros a los que sirvo en mi trabajo y que lo hago con todo mi corazón.
El trabajo de mi marido nos ha llevado a vivir también por temporadas a Shanghai y a Vietnam, sin embargo como Japón no encuentro un país igual, amo este país y me gusta compartir el Japón que ven mis ojos con mi audiencia digital y con mis clientes viajeros de los tours.
Además comparto lugares que veo en mi vida diaria paseando por esta ciudad, comida, curiosidades, eventos y demás, vía mis redes sociales, gracias a Instagram puedo compartir también de manera digital con gente a la que le agrada mi perspectiva de este país.
Gracias a Instagram y YouTube he conocido también como es que otros mexicanos también trabajan por sus sueños y se han realizado en otros continentes y países. Los mexicanos tenemos un gran corazón cálido, guerrero y aventurero que nos lleva a miles de kilómetros lejos de nuestra familia pero que siempre nos hará encontrar los detalles lindos dentro de donde sea que nos lleve la vida.
Dalia Tsukimi
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