¡Hola! ¿Cómo estás? Soy Carolina Maathuis y quiero platicarte un poquito de mi historia. Desde hace aproximadamente dos años empecé a ser mucho más consciente de ciertas cosas y en específico en lo que a “amor propio” y el querer iniciar una “relación de pareja sana y que te complemente” se refieren.
Quiero compartirte parte de algunas de mis experiencias amorosas que me hicieron ver que era tiempo de despertar, la vida me lo estaba diciendo. Terminé de confirmar que siempre nos cruzamos con las personas en los momentos precisos y aprendemos muchísimo tanto de las buenas como de las malas experiencias. Que hay personas que sólo llegan a nuestra vida como maestras (algunas pueden ser tóxicas para nosotros, otras muy valiosas, pero no permanecen con nosotras) y aunque es doloroso y en ocasiones quisiéramos que las cosas fueran diferentes, tenemos que aprender a soltar, trabajar en ser una prioridad personal y amarnos a nosotras mismas, creer que la vida siempre va a traer lo que es mejor. Al ser más conscientes y agradecidas por todo lo que tenemos, más llegará y más sentiremos que la vida es maravillosa.
Quizá muchas veces ya hemos escuchado precisamente que todo pasa por alguna razón, y a pesar de saberlo, no lo entendemos sino hasta que nos ocurre algo que realmente nos duele. Aunque siempre me consideré una persona sensata y con un buen nivel de madurez en ciertas áreas, ahora soy mucho más consciente y entiendo que no somos perfectos, pero sí podemos ser mejores seres humanos cada día.
Considero que nunca he tenido problemas para interactuar entre los diferentes círculos sociales con los que me relaciono pero siento que siempre trataba de tener la aprobación de las personas. Desde hace años me había dado cuenta que tenía problemas de autoestima y no había hecho nada realmente por solucionarlo y que soy yo la persona que realmente permite lastimarse o no. Me ha costado perdonarme a mí misma. Y esa fue mi realidad, la persona más dura y más severa conmigo he sido yo, toda mi vida.
Puse muchas veces a otras personas por encima de mi estabilidad y bienestar físico, mental y emocional. Que, por supuesto no culpo a nadie, hablando de estas experiencias, aunque dos no fueron nada gratas y no han sido los únicos hombres que sin querer ofenderlos llamándolos “patanes” me he cruzado. Sólo que sucedieron en el momento que empecé realmente a hacer cambios. Pero eso no significa que las otras experiencias que he tenido, no hayan sido importantes para mí o que no haya aprendido también de ellas.
Simplemente las recuerdo más, porque las he mencionado precisamente para ayudar a otras personas, y justo las relacioné con mis pasiones (que fueron las que me ayudaron muchísimo a estabilizarme en ese momento cuando lo necesité). Te comparto esas 3 experiencias:
Mi primera historia. Lo conocí justo cuando había terminado una relación que, a pesar de que fue bonita, ya no me sentía enamorada y sentía que no éramos la pareja ideal del otro.
Al cruzarme con él, sinceramente físicamente no me había gustado, pero la seguridad que mostró y su sentido del humor llamaron mi atención ese día. Y aquí empezó el juego de control. En un principio no sabía, pero se trataba del tipo de hombre seductor que no se enamoraba, le gustaba y estaba acostumbrado a tener muchas opciones. Pero como yo era muy orgullosa, si no me llegaba a contestar no le volvía a escribir. Y así pasaban semanas hasta un mes, hasta que reaccionaba a un estado mío por whatsapp y volvíamos a hablar.
No nos vimos muchas veces en ese año, pero así fue prácticamente todo ese tiempo. El interés se mantenía porque no dejaba de ser un reto para ambos, ninguno cedía. Era de los hombres que esperaban que las mujeres los buscaran, quizá ahora analizo y también ambos estábamos acostumbrados a cosas diferentes, y me lo dijo, pero él suponía en lugar de intentarlo y poner de su parte. Hasta que me terminé cansando y le dije que no era lo que esperaba. Y ahí se invirtieron los papeles nunca me había marcado y me llamó varias veces ese día, y así pasaron más semanas y a mí dejó de importarme, seguía apareciéndose por whatsapp. Pero jamás hizo algo extraordinario.
En ese tiempo fue cuando resurgió mi gusto por el canto. Y fue entonces que me crucé con el protagonista de mi segunda historia.
Mi segunda historia. Justo al año lo conocí, un médico. Y al igual que mi anterior historia, acostumbrado a no esforzarse y que la mujer hiciera todo por ellos. Tampoco era mi tipo físicamente, pero eso para mí ya no era de lo más importante, sólo que de alguna forma sí era atractivo para mí.
Aquí desde el primer día me di cuenta de mucho, pero quise intentar conquistarlo y llegar a una relación. Traté de tener más iniciativa en ocasiones, pero de algún modo también lo hice sentir inseguro porque me desaparecía, él suponía que yo lo hacía a propósito. Y a la siguiente cita que nos veíamos se desquitaba de algo que yo no había hecho con intención, sólo por orgullo o también quizá por suponer lo que él sentía, pensaba o hacía.
Aquí me dolió más, no sólo me sentí ignorada, también humillada. Hubo varias ocasiones que por elevar su ego y lucirse frente a sus amigos me hacía comentarios que me hacían sentir mal. Que quizá ahora no me afectarían, pero en ese momento no me los esperaba y hasta después se me ocurría qué contestarle. No estaba acostumbrada a eso. Bueno tampoco se trata de justificarlos, quien quiere estar, estará y quién no, no. Así lo demuestra. Y nadie tiene derecho a faltarte al respeto. Que sí, lo primero es respetarnos nosotras mismas, pero no hay justificación para ofender a alguien. Claro que cuando entendemos esto, ya no lo permitimos y no permanecemos ahí.
Y así también, tuvo que pasar el año para decidirme a terminar con lo que sea que fuera. Él era todavía más indiferente, por un lado, me ignoraba con intención, pero por otro era de los hombres que estaban pendientes de ti por redes. Me decidí, y le dije lo mismo que no era lo que yo quería, traté de conquistarlo y no pude, y no era mi idea ver a alguien cada mes y hablar después de semanas.
Justo un mes después fue mi cumpleaños, me felicitó. Y el día que yo iba a festejar mi cumple, sin invitarlo llegó con una amiga al lugar de festejo. No sé si quería hacerme sentir mal o qué pretendía, pero no lo logró y ahí terminé de confirmar que ya no me interesaba. Justo unas semanas antes, ya había alguien más que llamaba mi atención. Ahí es cuando resurgió mi pasión por el baile.
Mi tercera historia. Ahora ya había hecho muchos cambios, hábitos nuevos, empecé a decretar y uno de esos decretos era un hombre con ciertas características. Y fue como si lo que yo quería, llegase.
Sólo que fue muy rápido y creo que no estábamos listos de alguna manera. Las otras dos experiencias me dolieron, pero estaba consciente que eran hombres que no valían la pena, por eso esta me dolió aún más porque era alguien que sí. Aunque era algo tímido, y yo igual. Pero supe que él también había estado haciendo muchos cambios y por eso nos cruzamos justo en ese momento, y aunque sucedió diferente a como hubiera querido, así tenía que suceder, nos hizo entender muchas cosas, o por lo menos a mí sí. Me di cuenta que tenía que haberme dado tiempo a solas para sanar y conocerme más.
Es contradictorio, pero sé que tampoco podemos estar esperando a estar listos y dejar pasar demasiado tiempo, porque así nunca vamos a empezar nada, no sólo en el tema pareja, creo que sí debemos ser conscientes de mejorarnos cada día, amarnos, dedicarnos tiempo, atención y cariño, pero la perfección no existe. Hay que darlo todo por nosotros y disfrutar cuando se puede, nada es para siempre; pero eso sí, podemos hacer que dure más tiempo cuidándolo.
Estas 3 historias jugaron un papel muy importante en mi vida, el dolor que sentí en ese momento me dió el empuje a mostrar a los demás mi pasión por el canto y el baile. Dos actividades que desde niña siempre fueron mi sueño, me encantaba practicarlas a solas, sin que nadie me viera. Y por miedo y no defenderlo me fui por otro camino.
Pero al final cuando algo es para ti aunque te quites o aunque te pongas. Y Dios, el Universo, y/o la vida me hicieron ver que eran parte de mí, de lo que soy y de lo que quiero.
En cada momento difícil han estado presentes y el cantar o bailar me han ayudado a estabilizarme y a sanar.
De hecho está demostrado que cantar y bailar nos aportan a los seres humanos muchísimos beneficios para nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro estado de ánimo y no importa si lo haces bien o mal. Pero cuando es algo que te apasiona la conexión es más fuerte.
Recuerdo una cita en una ocasión en la que me dejaron plantada y nunca antes me había pasado, me sentí súper mal, sentía de todo: enojo, frustración, tristeza, inseguridad.
Y justo tenía planeado un vídeo cantando para el día siguiente de una canción de Carlos Rivera que me habían pedido y en ese momento lo que hice, fue grabarla y la verdad nadie hubiera pensado que ese día me sentía tan mal. Y al empezar a cantar mi estado de ánimo cambió, me sentí diferente, más tranquila, sin pensar lo peor. Que a cualquiera nos puede pasar, y así es o que él podía tener una buena explicación. Así que todo ese choque de emociones y sentimientos encontrados se estabilizaron.
Concluyo como he estado comentando con amigos por live en instagram, que la responsabilidad de una relación siempre es 50 – 50 no podemos culpar al otro o sólo culparnos a nosotros, y de cada experiencia nos conocemos aún más nosotros mismos y lo que queremos en una relación.
Ya justo de esa experiencia va a pasar un año y cumpliré dos años de estar soltera. Y puedo confirmar que el tiempo a solas es lo que te va a ayudar a terminar de conocerte, amarte más, ser más consciente de lo que tú vales y de lo que mereces. Que no tienes que conformarte. Ahí es cuando me volví más consciente del amor propio y empecé a hablar del tema parejas.
Y así fue como el sentirme tan mal, me dio el empuje para empezar a compartir con los demás, TODO lo que amo hacer y que significa tanto para mí, que es: CANTAR, BAILAR y hablar sobre temas de AMOR PROPIO y RELACIONES DE PAREJA. Y justo entrar en este proceso de grandes cambios.
Pero también quiero decirte que no es que ya me sienta feliz todo el tiempo o me ame por completo, es algo progresivo, que vamos dando pasos poco a poco, pero que también tenemos retrocesos, y es totalmente normal. No tiene nada de malo, no estar felices todo el tiempo, los seres humanos tenemos derecho a experimentar mínimo las 4 emociones que existen: miedo, ira, angustia, alegría y a seguir auto descubriéndonos. Precisamente de esto parte el amor propio saber quiénes somos y qué queremos. Preguntarnos: ¿Por qué nos sentimos de tal modo? ¿Qué lo ocasiona? para poder ver, qué podemos hacer y canalizarlo mejor. Y más nosotras como mujeres tenemos tantos cambios hormonales, muchos más ciclos que los hombres, el triple. A veces se asustan porque no entienden por qué cambiamos repentinamente de humor. Pero así es nuestra naturaleza, somos más emocionales que ellos. Y sólo hay que aprender a reaccionar con nuestras emociones de la mejor forma, la emoción no podemos evitarla, pero sí la forma en que la expresamos. No significa que reprimas una emoción, jamás lo hagas. Sólo trabajar nuestra inteligencia emocional como dije terminando de descubrir de dónde viene, qué es lo que ocasiona que te sientas así, etc.. para poder sentirnos mejor. E ir por nuestra mejor versión de nosotras mismas.
Espero que algo de lo que dije te haya identificado o inspirado y ayudado de alguna forma.
Te mando un beso y un abrazo.
Carolina Maathuis
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