Un día una persona de gran relevancia en mi vida, me dijo: “deberías escribir un libro que se llamara memorias de una directora” y supongo que hoy es un buen día para empezar…
Creo firmemente que la gente inspiradora es un motor, eso mismo he experimentado en este papel como docente, actividad que he decidido por amor llevar a cabo y que me ha permitido vivir innumerables experiencias, algunas que hoy brevemente deseo compartir contigo.
La energía, la creatividad, la inyección de juventud, que los niños y adolescentes aportan a nuestra vida es un regalo al alcance de todos los maestros que abrimos el corazón y nos dejamos llenar de todo eso, y no se reduce el beneficio al docente, se extiende a sus padres, cuidadores, abuelos y todos los que de ellos deseen contagiarse.
En esta etapa que nos ha tocado vivir ellos han sido los más afectados y sin embargo su ejemplo de resiliencia, de adaptación nos han dejado perplejos, nos han brindado ejemplos para imitar y para reconstruirnos, para seguir con más fuerza adelante con todo lo que se presente en el camino. Aquí quiero resaltar un punto muy importante que he observado: los niños, adolescentes y alumnos que he tenido a lo largo de estos 20 años me han dejado muy claro que ellos son el reflejo más puro de la familia, son siempre los mejores representantes y es ahí cuando de pronto nosotros como maestros asistimos a una junta y ya conocemos a los papás e inclusive a la familia nuclear y extensa, por verlos en los ojos, en las reacciones y en los comentarios de sus hijos, si ellos supieran que tenemos hasta diálogos exactos se asustarían, resulta un deleite cuando los papás quieren hacernos un comentario asegurando cosas que sabemos que no pasan o que pasan pero que aún en esos silencios nosotros estamos dispuestos a atender bajo el anonimato de detalles y haciendo lo realmente importante, comunicar todo lo que edifica y ayuda para que nuestro educando siga adelante, mejore, crea en Él o en Ella y cumpla sus metas y objetivos que también son nuestros y que cuando los logran, nos llenan de orgullo, somos esa parte de la familia que está muy corto tiempo, con una oportunidad enorme de permanecer para siempre en ese corazón con una influencia positiva.
Hay una frase del historiador, novelista y matemático estadounidense Henry Brook Adams que es muy exacta para este tema: Un profesor trabaja para la eternidad; nadie puede decir donde termina su influencia. Ahí entra la grandiosa responsabilidad de que esa influencia sea constructiva y que el recuerdo los lleve a ser siempre mejores, seguros de que todas las habilidades que poseen pueden llevarlos hasta donde ellos sueñen y que encuentren la riqueza que cada uno posee para transformar su mundo y realizar lo que deseen en beneficio del mundo de todos y en el propio como un eslabón de cadenas de servicio, empatía, trabajo honrado, tenacidad, contacto humano y alegría, lo que aportará con fuerza, esas características y valores tan necesarios en el ayer, ahora y siempre.
El reto que enfrentamos hoy en el ámbito escolar te requiere cerca a ti, papá, mamá, tía, madrina, padrino, abuelito o abuelita para que el regreso a la vida escolar sea transitada en confianza, seguros de que las decisiones tomadas por las autoridades escolares, de salud y de gobierno son las pertinentes y necesarias para mitigar los daños causados por el aislamiento social en las diferentes áreas del desarrollo del individuo, en su salud física y mental y en el nuevo contacto social lleno de protocolos y cuidados que debemos seguir para preservar la vida. Seamos un puente de motivación e ilusión, reconociendo que así como trabajamos en la adaptación a distancia ahora tenemos un camino juntos por recorrer en los diferentes escenarios híbridos, mixtos y presenciales y encontrar en cada uno lo positivo que aporta, estamos de regreso con la oportunidad de seguir aprendiendo, total de eso se trata la vida y nunca dejamos de hacerlo aún teniendo 100 años.
Hablando del importante papel que todos realizamos en la vida de los demás te quiero contar que una ocasión atendí a un Padre de Familia que se presentó molesto por una calificación que su hijo había obtenido y en su opinión no era lo que merecía. Empezó diciendo que Él era especialista justo en esa materia y también en otra y en otra, me mostró sus credenciales que lo acreditaban como tal en cada una de las áreas mencionadas, inclusive me compartió que hablaba tres idiomas y me dijo que Él podía darle a sus hijos todas las materias en su casa, pero que por su trabajo no tenía el tiempo y ahí pensé, entonces realmente no puede hacerlo. Todos somos y formamos un equipo que debe funcionar con alumnos, maestros y padres comprometidos. Y así funciona también la vida, es necesario delegar, no es posible tomar toda la carga porque aunque digamos que podemos no es posible, requerimos el apoyo de nuestros próximos para lograrlo y de ahí parte un conocimiento vital para los que educamos, todos nos enriquecemos de los demás y somos necesarios para que ese todo funcione. Puedo decirles que ese papá se fue molesto ese día pero al ver las evidencias, reconocimos el trabajo que cada uno debería desempeñar para mejorar esa nota, todo problema es una oportunidad para mejorar y así debe ser reconocido, y también puedo decirles que cuando se fue de la institución se dirigió sin aviso a la sala de maestros y con toda su sapiencia y la humildad que ese día conocimos de Él nos dijo a los presentes, no sé qué magia hacen para lograr lo que hicieron con mis hijos, y ahí fue donde la vida me dio la oportunidad de responder es el equipo, ese que un día hablamos, así que el logro compartido es de todos y es también orgullo para los que formamos parte de él. Ese “problema” transformado en oportunidad hizo que el equipo se reforzará para lograr los conocimientos , la responsabilidad y a largo plazo la culminación de la meta de terminar un nivel escolar, que los llevará por rumbos desconocidos bajo aprendizajes de enriquecimiento propios y de familia.
Bienvenidos a esta nueva etapa de la vida escolar y por ende familiar y colectiva, quiero terminar diciendo que la escuela es un ensayo de la sociedad y que todos en algún momento hemos sido y seguimos siendo alumnos y de la misma manera maestros, seamos sensibles a esta etapa que vivimos, reivindicar el papel del maestro en la sociedad y devolverle su autoridad es también darle autoridad a los padres y a todos los que forman personas en distintas áreas y circunstancias. Que la empatía sea el camino, la reconstrucción, el apoyo mutuo para tener un mundo más igualitario, más justo, inclusivo, sostenible y saludable en el que todos podamos vivir y ser muy felices.
Cecilia Bernardette
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